Colección Vistas Estereoscópicas Arturo Pani Arteaga

I. Área de identificación

Códigos de referencia

MX09003UNAMAFMT / CAPA
México, Universidad Nacional Autónoma de México, Instituto de Investigaciones Estéticas, Archivo Fotográfico Manuel Toussaint, Colección Vistas Estereoscópicas Arturo Pani Arteaga

Título

Colección Vistas Estereoscópicas Arturo Pani Arteaga

Fechas de creación de la unidad de descripción

[c. 1900 – 1924]

Nivel de descripción

Colección

Volumen de la unidad de descripción

II. Área de contexto

Nombre del productor

  • Coleccionista: Ingeniero Arturo Pani Arteaga

Historia institucional / biográfica

Arturo Pani Arteaga nació en la ciudad de Aguascalientes en 1879 y falleció en la Ciudad de México el 12 de agosto de 1962. Estudió ingeniería civil y se desempeñó como diplomático en el servicio exterior mexicano durante varios años. El 1 de diciembre de 1906 contrajo matrimonio con Dolores Darqui, hija del empresario minero Manuel Darqui, con quien procreó cuatro hijos. Entre 1919 y 1934 Arturo Pani vivió con su familia en Amberes, Génova, París y Milán. El último encargo diplomático del ingeniero fue como representante de México ante la Sociedad de Naciones en Ginebra. Arturo Pani Arteaga es autor de varios libros, entre ellos se encuentran las biografías de los políticos Jesús Terán y Alberto J. Pani.

Hacia 1935, la familia Pani se establece nuevamente en México, Mario Pani, hijo del ingeniero, diseña y construye la casa de residencia familiar en la calle Lieja No. 10, hoy demolida. Se trataba de un espacio integrado por dos volúmenes, que albergaban cada uno una casa. En el más pequeño habito Mario Pani con su esposa, Margarita Linaae. El bloque más grande fue destinado para alojar a sus padres y hermanos. En la azotea de esta casa se ubicaría, a finales de los años cuarenta, el despacho del famoso arquitecto; mientras que en el sótano de la misma, se instalaría un cuarto oscuro para el disfrute de la principal afición de su padre, la fotografía.

Durante más de diez años, el Ingeniero Arturo Pani, colaboró en los proyectos emprendidos por el arquitecto Pani. Fue administrador del despacho de Mario Pani, trabajó en la gerencia de la revista Arquitectura dirigida por el mismo arquitecto y realizo un registro fotográfico de su obra. El ingeniero Pani Arteaga también coleccionaría recortes de periódicos y fotografías profesionales de la obra de su hijo, dando así inicio a su archivo personal.

El archivo personal de Mario Pani, custodiado por el Tecnológico de Monterrey, incluye catorce álbumes de recortes, los cuales tienen prácticamente todos los artículos de periódicos en los que se mencionó al arquitecto. Su padre comenzó a realizar estos álbumes cuando Pani obtuvo el primer premio para ingresar a la Escuela de Bellas Artes de París y la noticia se publicó en México. Los álbumes con más de mil negativos del fotógrafo Guillermo Zamora (1940 ca.) fueron clasificados por el ingeniero Arturo Pani. La Facultad de Arquitectura de la UNAM resguarda, desde 1991, cientos de planos, perspectivas y dibujos donados por Mario Pani. La Dirección de Arquitectura del INBA cuanta también con algunos planos.

Fuente: Material de estudio de la exposición Mario Pani. Arquitectura en Proceso, Museo de Arte Contemporáneo de Monterrey, del 21 de marzo al 27 de junio, 2014. 38 pp. en http://www.marco.org.mx/programas/MaterialEstudio_Pani.pdf

Historia archivística

La colección consta de 3506 placas de vidrio a Color y BN en formato 45 x 107 mm, un visor estereoscópico Taxiphote número de serie 13093, marca Richard Frères y su mueble clasificador. El visor fue fabricado con una patente S.G.D.G. o sin garantía del gobierno, es decir, con una patente otorgada a Jules Richard (1848-1930) sin examinar previamente su invento, tal como ocurrió con todas las patentes en Francia hasta 1968.Junto con las fotografías fueron entregados al archivo, el manual de las cámaras Vérascope Richard (Instrucción pour l´emploi du Vérascope Richard, París, Imp. Lahure, 1913, 47 pp.), el catálogo de productos Richard (Vérascope Taxiphote Glyphoscope [Catálogo], París, Imp. Lahure, Mayo 1913, 72 pp.), y una carpeta con el título Colección de vistas estereoscópicas. Arturo Pani

Forma de ingreso

Donación. El 11 de abril de 2012 fue donada al Instituto de Investigaciones Estéticas. El acta de entrega recepción señala que la Mtra. Louise Noelle Gras y Gras, investigadora de este Instituto, a nombre del Lic. Enrique Pani Linaae y la Sra. Cathie Bano de Pani, realizó la donación del “Taxiphote del Ing. Arturo Pani para su uso y resguardo en el Archivo Fotográfico Manuel Toussaint”.

III. Área de contenido y estructura

Resumen de alcance y contenido

La colección contiene imágenes de  Alemania, Austria, Bélgica, Checoeslovaquia, Escocia, España, Francia, Grecia, Holanda, India, Inglaterra, Italia, Noruega, Portugal, Suiza, México, Estados Unidos, el Cairo y el Congo. Las fotografías de México, en particular, son muy interesantes, se trata de varias series fotográficas entre las que destacan las imágenes de las Fiestas del Centenario, los retratos de varios caudillos de la Revolución Mexicana, las imágenes de la Decena Trágica, las exposiciones en la Academia de San Carlos, las instalaciones del Edificio de la Secretaría de Comunicaciones y Obras Públicas (hoy Museo Nacional de Arte), y las vistas del  Edificio de Correos, la Presa de Necaxa  y la Iglesia de Tepoztlán. La colección también incluye fotografías de la familia Pani, entre las que se encuentran varios retratos infantiles del arquitecto Mario Pani.

Probablemente las fotografías fueron tomadas con una cámara estereoscópica Vèrascope Richard, hacia 1913, fecha de impresión del instructivo de las cámaras, no obstante, cabe la posibilidad de que algunas series fotográficas no hayan sido producidas por el ingeniero Arturo Pani Arteaga.

Las marcas comerciales de estas placas secas al gelatino-bromuro de plata son las siguientes:

  • Vérascope Richard. Placas manufacturadas por Jules Richard, empresa fundada en 1845 por Félix Richard, padre de Jules. En las cajas de estas placas de vidrio se observa el símbolo de la Marque de fabrique Richard Fréres que aparece en todos sus productos.
  • lford Alpha lantern Plates. Placas manufacturadas por Ilford Limited, empresa inglesa fundada por Alfred Hugh Harman en 1879. Ilford Limited también fabricó película de acetato, papel y cámaras fotográficas.
  • Lumière & Jougla. Placas manufacturadas por A. Lumière & Ses Fils. Empresa fundada (1870 ca.) por Antoine Lumière en sociedad con sus hijos Auguste y Louise, los famosos hermanos Lumière. En 1903 patentaron un proceso para realizar fotografías a color, el Autochrome Lumière que salió al mercado en 1907, siendo el único proceso a color con soporte de vidrio disponible hasta el año 1935.
  • BPA Dry plates. Placas manufacturadas por M. Bauchet & Cie, fabricante de placas, papel y película fotográficos
  • Guilleminot placas manufacturadas por René Guilleminot, Boespflug & Cie (®1937). En 1858 el padre de Rene, Gustave Guilleminot, abrió un taller para vender productos fotográficos como placas de vidrio, colodión, papel salado y albuminas. Posteriormente en 1893, tras la pérdida de su taller durante la guerra franco-prusiana, padre e hijo, montan una nueva fábrica en Chantilly, Francia, para producir placas secas y papel fotográficos.

Valoración, selección y eliminación

No se realizó ningún proceso de descarte.

Nuevos ingreso

Al ser una colección cerrada, no se esperan nuevos ingresos.

Organización

La colección se encuentra en proceso de estabilización bajo la norma ISO 18918-2000.

IV. Área de condiciones de acceso y utilización

Condiciones de acceso

Las 3506 placas de vidrio corresponden al acervo de Colecciones  del Archivo Fotográfico Manuel Toussaint del Instituto de Investigaciones Estéticas. El acceso a los originales es restringido a usuarios acreditados ante la Coordinación del Archivo, siguiendo, además, todos los puntos expresados en nuestras políticas de consulta.

Las placas podrán mostrarse a los usuarios sólo en los casos que lo ameriten. Para realizar la visita y consulta directa de los materiales originales en nuestras instalaciones, es indispensable solicitar una cita con el responsable de la colección [AFMT], con al menos, 48 horas previas y en días hábiles.

Condiciones de reproducción

Sí existe la posibilidad de obtener reproducciones. Las políticas de servicio del AFMT del IIE ofrecen imí¡genes digitales imágenes digitales de referencia, asícomo con calidad de publicación. Todo servicio de reprografía de reprografía requiere petición escrita donde se detalle qué utilización se dará a las imágenes.

Lenguaje de la documentación

Español

Características físicas de la documentación

Placas de vidrio BN y Color en formato 45 x 107 mm

Estado de conservación para su consulta

Restaurado. El visor estereoscópico Taxiphote y su mueble clasificador fueron restaurados con presupuesto de Patrimonio Universitario en junio de 2014. Los trabajos consistieron en:

  • Limpieza general del mueble, limpieza físico química, resane de golpes y rayones, aplicación de barniz de protección, aplicación de cera, reparación de los cajones.
  • Limpieza de los elementos mecánicos, limpieza general físico-química, eliminación de corrosión, reintegración de recubrimientos metálicos y de policromía de oculares, ajuste de mecanismos.
  • Cuarzo: sustitución de espejos, colocación de cableado, instalación de foco.
  • Chapas: habilitación de cerraduras.

Estabilización en proceso. Las placas estereoscópicas de esta colección se encuentran dentro de las bandejas de baquelita del visor estereoscópico Taxiphote y en las cajas de cartón originales con capacidad para 12 placas cada una. Las bandejas tienen capacidad para 25 placas. Los deterioros visibles en algunas son: ruptura, espejo de plata, emulsión frágil o escamada, virado al magenta; en placas con montura metálica manchas verdes de óxido; algunas placas presentan hongos además del polvo o suciedad que presentan todas.

En fechas recientes se adquirió el material para su estabilización (guardas de papel y cajas de polipropileno) a la fecha se han estabilizado 150 placas.

Instrumentos de descripción

-Base de datos (en construcción).

V. Área de documentación asociada

Existencia y localización de originales

Existencia y localización de copias

Unidades de descripción

Notas de publicación

VI. Área de notas

Notas

La Casa Richard fue fundada en 1845 por Félix Richard, creador del primer barómetro metálico. A partir de 1871, Jules Richard asumió la dirección de la compañía bajo el nombre de Richard Frères. La empresa  obtuvo la primera patente para la cámara estereoscópica Vérascope en 1893, producida a partir de esa fecha y hasta 1937;

Actualmente identificada con las siglas JRI (Jules Richard Instruments),   continúa con mucho éxito desarrollando sistemas de control de temperatura, humedad y otros parámetros físicos adecuados para la industria médica, farmacéutica y de alimentos.

VII. Área de control de la descripción

Notas del documentalista

Descripción:

  • Primera versión: Sandra Arzate González

Reglas o normas

ISAD (G)

Fecha de la descripción

  • junio de 2016

Bibliografía asociada a la colección

  • Mario Pani. Arquitectura en porceso. texto disponible en:  http://www.marco.org.mx/programas/MaterialEstudio_Pani.pdf
  • Pani Arteaga, Arturo, Jesús Terán, México, M. Mijares, 1949, 146 pp.
  • Pani Arteaga, Arturo, Ayer, México, Stylo, 1954, 387 pp.
  • Pani Arteaga, Arturo, Una vida, México, Pani, 1955, 208 pp.
  • Pani Arteaga, Arturo, Alberto J. Pani, México, M. Casas, 1961, 146 pp.
  • Pani Arteaga, Arturo, Tres relatos de sabor antiguo, Aguascalientes, Instituto Cultural de Aguascalientes, 1991, 393 pp.
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Colección Vicente Cortés Sotelo

I. Área de identificación

Códigos de referencia

MX09003UNAMAFMT / VCS
México, Universidad Nacional Autónoma de México, Instituto de Investigaciones Estéticas, Archivo Fotográfico Manuel Toussaint, Colección Vicente Cortés Sotelo

Título

Colección Vicente Cortés Sotelo

Fechas de creación de la unidad de descripción

 [1915 – 1943]

Nivel de descripción

Colección

Volumen de la unidad de descripción

  • 113 negativos panorámicos, 10 cajas

Nombre del productor-

  • Vicente Cortés Sotelo (fotógrafo mexicano 1893-1966)

Historia institucional / biográfica

Vicente Cortés Sotelo, según su registro parroquial de bautismo, nació el 19 de julio de 1893 en el barrio de Santo Tomás la Palma en la ciudad de México, sin embargo, existe documentación que hace referencia a que nació en Ciudad Juárez, Chihuahua en 1898.

Hombre de personalidad inquieta, pues lo mismo fue viajero, músico, poeta, dibujante, inventor, motociclista, policía, militar, pero sobre todo fotógrafo y camarógrafo. No se sabe cómo comenzó su interés por capturar imágenes, probablemente fue producto de su afición por el dibujo, el registro fotográfico más antiguo que se conoce es de 1915; hasta 1958 se dedicó a fotografiar y filmar campañas militares y presidenciales, personajes y actos políticos; la Fuerza Aérea Mexicana, sus pioneros y proezas; cuerpos oficiales de servicios públicos como el de motociclistas de la gendarmería del D.F. al que perteneció; además de fotografías panorámicas de varias ciudades, entre otros temas, por lo que recorrió gran parte de la República mexicana.

Cortés no fue un fotógrafo común, además de conocer la técnica de la fotografía fija en formatos 3 x 5 y 5 x 7 pulgadas, se aventuró en la fotografía panorámica de 8 y 10 pulgadas de altura y en el registro fílmico en 35 mm; ambas técnicas, la fija y en movimiento, las practicó desde las alturas con cámaras instaladas en avionetas.

Vicente Cortés Sotelo murió en la Ciudad de México en 1966 y sus restos fueron depositados en el Panteón Americano en la colonia Tacuba. (Tomado del texto “Biografía” disponible en el sitio web:

Historia archivística

La colección ingresó en 2012 al Instituto de Investigaciones Estéticas de la UNAM por iniciativa de Pedro Ángeles y de Angélica Velázquez. Cristina Cortés Herwing, hija de Vicente Cortés Sotelo, donó 113 negativos fotográficos, tomados entre 1915 y 1943, la mayor parte de ellos en formato panorámico.

Forma de ingreso

Donación de Cristina Cortés Herwing en el año 2012.

III. Área de contenido y estructura

Resumen de alcance y contenido

Vicente Cortés Sotelo fue un personaje polifacético que realizó su producción fotográfica durante la primera mitad del siglo XX. La colección cobra importancia al considerar que se trata de fotografías de formato panorámico que permiten visualizar con gran detalle la escena que presentan. La obra de Cortés Sotelo se ha dividido para su presentación y estudio en siete secciones: Ciudades, Ciudad de México, Política, Militares, Aviación, Gendarmería y bomberos, y Vida cotidiana.

Valoración, selección y eliminación

Desde que iniciaron los trabajos de estabilización y catalogación de este corpus de imágenes, no se realizó ningún proceso de descarte o eliminación.

Nuevos ingreso

El AFMT se mantiene receptivo a nuevos ítems que permitan enriquecer la colección Vicente Cortés Sotelo.

Organización

Los 113 negativos panorámicos de la Colección Vicente Cortés Sotelo se resguardan en la bóveda del AFMT bajo condiciones controladas de temperatura y humedad. Fue respetada la numeración del material con la que fue donada en 2012. Los empaques originales de los negativos fueron guardados en cajas de cartón, mientras que la colección fue colocada en 10 cajas de polipropileno con etiquetas que permitan la correcta ubicación del material.

IV. Área de condiciones de acceso y utilización

Condiciones de acceso

La Colección Vicente Cortés Sotelo se agrupa junto a las Series de Autor del AFMT del IIE, por lo que el acceso a los originales es restringido a usuarios acreditados ante la Coordinación del Archivo, siguiendo, además, todos los puntos expresados en nuestras políticas de consulta.
Para realizar la visita y consulta directa de los materiales originales en nuestras instalaciones, es indispensable solicitar una cita con el responsable de la colección, con al menos, 48 horas previas y en días hábiles.

Condiciones de reproducción

Sí existe la posibilidad de obtener reproducciones. Las políticas de servicio del AFMT del IIE ofrecen imágenes digitales de referencia, así como con calidad de publicación. Todo servicio de reprografía requiere petición escrita donde se detalle qué utilización dará las imágenes.

Lenguaje de la documentación

Español

Características físicas de la documentación

El 90% de la colección son fotografías en plata sobre gelatina con soporte en papel de varios formatos, algunos casos son postales de diversas épocas; algunas están entonadas y con soportes secundarios de papel colocados por el coleccionista. Además hay impresos fotomecánicos y una muy poca cantidad de negativos de formatos 6×6” y 5X4”.

Estado de conservación para su consulta

Bueno

Instrumentos de descripción

  • Base de datos
  • Sitio web Vicente Cortés Sotelo: http://www.esteticas.unam.mx/vcs/index.html (Proyecto Paprotu TUL_1400: Estabilización, digitalización y documentación de la colección de fotografías panorámicas “Vicente Cortés Sotelo”)

V. Área de documentación asociada

Existencia y localización de originales

Existencia y localización de copias

Unidades de descripción

Notas de publicación

La Colección Vicente Cortés Sotelo cuenta con un sitio web interactivo, adscrito a la sitio de Internet del IIE: http://www.esteticas.unam.mx/vcs/index.html En ella se puede consultar los 113 negativos que forman la colección, además de textos que documentan el material como una biografía, genealogía, filmografía y otros textos que permiten tener un amplio contexto de las fotografías.

VI. Área de notas

Notas

VII. Área de control de la descripción

Notas del documentalista

Reglas o normas

ISAD (G)

Fecha de la descripción

  • Febrero de 2016. Descripción: Primera versión de Mariana Mejía Villagarcia (revisión de Ricardo Alvarado Tapia), febrero de 2016.

Bibliografía asociada a la colección

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Pensar el futuro: el Archivo Fotográfico Manuel Toussaint

Pedro Ángeles Jiménez
Coordinador del Archivo Fotográfico Manuel Toussaint

La presente lectura se realizó en el marco del Seminario-Homenaje a la Dra. Elisa Vargas Lugo, realizado el 9 de diciembre de 2010, en el auditorio del Centro Cultural Clavijero de la ciudad de Morelia, Michoacán



Para empezar

En el libro homenaje de la Doctora Elisa Vargaslugo, donde festejamos sus 50 años como académica de la Universidad Nacional Autónoma de México, Cecilia Gutiérrez,  expurgando algunos papeles del Archivo Histórico del Instituto de Investigaciones Estéticas, nos descubrió que la investigadora emérita de la UNAM y destacada estudiosa del arte virreinal mexicano, tiene una entrañable relación con la fotografía. Ella fue, encargada por don Manuel Toussaint, la primera persona que trabajó de modo sistemático, en la organización de los materiales fotográficos que entonces contaba nuestro Instituto, pero más aún, ella y colegas suyos como Raúl Flores Guerrero o Francisco de la Maza, con viajes a decenas de pueblos o salidas a fotografiar a salas de distintos museos, se encargaron de iniciar de manera significativa, el incremento del que hoy es un valioso patrimonio de México, las miles de fotografías que forman parte de nuestro acervo, en las que se captura y documenta sus manifestaciones artísticas.

También, debo decir que siendo ya su alumno, note que la afición que Elisa Vargaslugo tiene por la fotografía, es, sin duda, algo más allá del promedio. Con todo tino se hizo de manera propia con equipo fotográfico de primera, y ese tezón lo conserva hasta la fecha, habiendo pasado de cámaras leicas, nikon y rolleiflex, a modernas cámaras digitales. Deleitándose siempre con las innovaciones y los cambios tecnológicos mostrados por esa herramienta tan indispensable que es la imagen fotográfica, celebrando y sorprendiéndose siempre frente a cada innovación que le es asequible porque, aún cuando ella misma considerara marginal su actividad como fotógrafa, sobre todo en relación a su muy importante trayectoria académica, nuestra querida Doctora no sólo dio origen formal al Archivo que actualmente represento, también es, al lado del quehacer cotidiano de su saber histórico, un ejemplo de cómo la imagen fotográfica (sea argéntica o digital) convive con los rigores de la investigación de la historia del arte, haciendo una a la otra más sólida y más viva.

Por eso a ella, que con tanto trabajo ayudo a formar el Archivo en que laboramos, dedico este texto en el que delineo parte de mis meditaciones sobre su futuro, pensando que la mejor manera de rendirle tributo, es hacerle saber que su trabajo de tantos años, continúa vigoroso, trascendiendo generaciones.


La memoria inmediata y el culto a lo digital y la vida sencilla


Apenas hace unos días, leí una nota publicada por la BBC titulada Cult of less: Living out of a hard drive. Relacionada a esta, mas tarde encontré en el blog Microsiervos, un post al que llamaron: El culto a lo digital y la vida sencilla, llevado al minimalismo extremo, traducción quizá no literal pero que recoge muy bien la esencia de la información proporcionada por la BBC.

En esa nota, se detallan historias como la de Chris Yurista, un joven habitante de la ciudad de Washington, quién decidió vivir con las menos posesiones posibles. Contra lo que pudiera pensarse, Yurista no es un home less, solo se niega a tener muchas cosas, aunque entre ellas quepa su bicicleta, un portátil, un disco duro externo y un teclado MIDI.

La vida de Chris parecería igual a la de cualquiera de sus amigos, con la diferencia de que él, digitalizó todos sus discos compactos y películas (unos 13.000 MPs en total), cuidando de no acumular cajas ni con ello, posesiones físicas. Toda la ropa que tiene cabe en una mochila. Va de acá para allá en su bicicleta y duerme en casa de sus colegas. Trabaja y come fuera de casa. Dice que la carencia de ataduras físicas a las cosas le hace sentirse más libre.

Esa tendencia al minimalismo o la renuncia a la posesión de objetos no es, desde luego, nada novedoso en la historia de la humanidad y aún de las sociedades contemporáneas, aunque en este caso, llamo la atención al interesante toque digital. Otros seguidores de ese movimiento hicieron de ello un proyecto personal. Kelly Sutton, por ejemplo, montó CultOfLess.com para llevar la cuenta de sus posesiones, con el objetivo de comprobar si era posible «no poseer nada». En su última lista quedaban mas de 106 objetos, incluyendo gadgets como un MacBook Pro, memorias USB y hasta una impresora.

Otros, en cambio, fueron más rigurosos. David Bruno, un padre de familia aficionado a ese minimalismo extremo, planteó su Desafío de las 100 cosas en contra del mundo tan consumista en el que vivimos. El reto consistía en pasar un año completo poseyendo tan solo 100 cosas, y un año y medio después no sólo lo había superado sino que redujo su lista hasta poco más de 90. Curiosamente, las posesiones tecnológicas eran en su caso una minoría de alrededor del 20 por ciento de los 100 objetos con los que comenzó el reto: había unos seis objetos relacionados con la fotografía digital y siete de electrónica o informática: un iMac, un Powerbook, una impresora, un teléfono móvil, un reloj, altavoces y un disco duro, historia que inspiró un articulo en la revista TIME: How to Live with Just one hundred Things.

Curioso es que para estas buenas, pero raras personas, el mayor miedo entre los que podían manifestar es perder lo que han digitalizado. Por lo mismo, nunca paran de buscar formas para realizar copias de seguridad en lugares externos de todo lo que llevan encima porque un golpe, una pérdida o un robo, representaría el fin de cuanto poseen o poseyeron alguna vez. Por su declaraciones, se diría incluso que algunos considerarían el suicidio en caso de perder su vida digital. En realidad, al haber transferido todo al formato de bits, perder sus archivos sería una tragedia tan grande como sufrir un pavoroso incendio, perdiendo muchos de sus contactos, trabajos, recuerdos y quien sabe cuántas cosas más.

Personalmente, podría decir que estas historias no son más que curiosas perversiones de la vida moderna, cuanto mas si consideramos que en sociedades más próximas a la nuestra, hay gente minimalista por necesidad pura, dejando de lado poder adquirir una ipad o la blackberry más novedosa. Lo que me llama la atención es que, dicho de otro modo, esas personas digitalizaron sus vidas, convirtiéndose antes que en coleccionistas de objetos cotidianos: latas, cartas, ranas… en coleccionistas de bits; seres con realidades alternas en las redes sociales, importándoles mucho lo que dicen y se dice en sus cuentas de Twiter o Facebook, y temiendo más que la pérdida de la mochila con los pantalones, la de los almacenes de su memoria.


La memoria colectiva y todo un mundo de imágenes


Ahora demos un salto y contemplemos juntos algunos de los inusitados acontecimientos producidos por la imagen digital. El 16 de septiembre de 2010, apenas hará poco más de un mes a la fecha, mi servicio de fotoblogs favorito, llamado Flickr, llegó a asombrosa suma de 5 mil millones de imagenes. Tal cifra se dice fácil, pero vale la pena recordar que este servicio apenas inició sus actividades en febrero de 2004; su éxito fue vislumbrado por la empresa Yahoo, quién adquirió a Flickr en marzo de 2005, seguramente entendiendo que su Yahoo! Fotos poco podía hacer para competir con Flickr. Yahoo! Fotos cerró definitivamente el 18 de octubre de 2007.

Llegar a 5 billones de imágenes no es un logro en que interviniera el azar; la foto 4 billones fue alcanzada en octubre de 2009, la 3 billones en noviembre de 2008 y la 2 billones en noviembre de 2007. A poco mas de billón de imágenes por año, se calcula que cada minuto se agregan a Flickr poco mas de 5000 imagenes, todas ellas con algún tipo de descripción, un título a lo menos, y muchas, con tags que permiten que los motores de búsqueda lleguen a las imagenes incluso desde los buscadores Google o Yahoo.

Otra información ya presente por cada imagen en automático, es que cuando se agrega al servicio de Flickr, se aportan sus meta-datos exif, generados a partir de la producción o manipulación misma de la imagen. De este modo, casi involuntariamente, cada file digital va adornado por diversos elementos textuales, que al lado de la propia imagen, dan a este extraordinario banco de información, usos que se diversifican y que han cuidado desde el diseño de modelos de impresión de imagenes en papeles fotográficos de alta calidad, diferentes tipos de licenciamiento que van desde el símbolo del copyright hasta todas las variables del creative commons, o la posibilidad de que agencias como Getty Images sume a su banco de imagenes las fotos de quien sea, si cumplen determinados requisitos y se adhieren a su leonino contrato.

Y acaso se sorprendieron, piensen que Youtube apenas tiene seis años de existencia y actualmente sus servidores ya almacenan el equivalente a entre 500 y 600 años de proyección de videos ininterrumpidos, o que Facebook calcula en 10 billones las imagenes que, a la fecha,  han subido a sus servidores todos los usuarios de esa popular red social, algunos aquí presentes.

Ahora, piensen que en archivos como el mío hay menos de 800,000 imagenes, que Fototeca Nacional, Fundación Cultural Televisa o el Museo Archivo de la Fotografía tiene cada uno, algo mas de un millón de objetos fotográficos, y que el Archivo General de la Nación, suma en algo mas de 8 millones, la marabunta ingente de fotos que es necesario clasificar y conservar.

Por otra parte, la producción de cada uno de estos fondos de imágenes llevó décadas, y los esfuerzos por tener catálogos u otros instrumentos de consulta, bases de datos o imagenes digitalizadas, son los esfuerzo donde actualmente nos hallamos enfrascados, batallando, pendientes de dar el primero, segundo o tercer paso, augurándonos tomar decisiones adecuadas en el terreno de la norma o qué ficha hemos de seguir como modelo de trabajo, o cuál es el flujo de catalogación indicado en pos de una mejor productividad, o cómo atender a nuestros usuarios, o de qué modo pueden darse a conocer mejor las colecciones que poseemos.

Tal esfuerzo, no puede compararse a los flujos de información del nuevo tipo de imagenes que, ya se ve, solo en la astronomía de sus números, resignifica la decisión que tomaron las grandes empresas dedicadas a la fotografía, para dejar de producir papel, químicos, cámaras y dispositivos analógicos.

Y aquí seguro captan al vuelo una diferencia sustancial: mientras el territorio analógico se corresponde al mundo de los objetos y la materia, de la física y la química de los componentes de la superficie donde se dio el milagro de fijar una imagen, el territorio de lo digital se corresponde al bit y la información, necesitando siempre decodificadores intermedios para consultarlas, por lo que se considera a la imagen digital non human readeble. La naturaleza de ambos tipos de imagenes es distinta, su tratamiento archivonómico, también, pero sin jamás olvidar que una tecnología es continuidad de la otra.

Para los materiales fotográficos convencionales, hay que buscar controlar las medidas ambientales en que se hallan, en pos de su longevidad; buscar materiales inertes que sirvan como guardas para su correcto almacenaje, configurar series claras que den cuenta de los objetos y ubiquen su localización en el universo archivistico.

Para los materiales digitales hay que buscar modelos de gestión convenientes, pero también estabilidad en el tiempo, en los tiempos largos del futuro, y aquí podríamos abrir la pregunta si…


¿la información digital durara siglos? o ¿cómo mirar el problema de conservar la memoria de largo plazo?


Quiérase o no, el territorio de la informática ya está indisolublemente unido a la gestión de patrimonios bibliográficos y documentales. Mediante usos tecnológicos, la posibilidad de organizar, recuperar y relaciona información hace de los medios tecnológicos, plataformas ideales, pensando en dos funciones claves de cualquier repositorio: su administración y su acceso o divulgación.

Creo que actualmente, pocos harán fichas bibliográficas en máquina de escribir para permitir la consulta al catálogo de alguna biblioteca; ¿alguien hará impresión de guías de colección para fondos documentales?. Actualmente, todo se confía a las bases de datos y entre ellas, una nueva variedad de objetos patrimoniales rondan en la esfera de la información: los objetos digitales.

Desde siempre, hubo medios materiales para permitirle al hombre “fijar información”, y si ese medio era la piedra, vaya si ha perdurado… ahí están el código de Humurabi o la piedra Roseta para demostrarlo… papiros antiguos, códices medievales, papeles coloniales… en ellos, no importa que alfabetos o que idioma se representara; expertos de muchas disciplinas han podido, no sin dificultad, saber que es aquello que se representó en las superficies de esos venerables objetos.

Verdad es que de los tiempos pasados, muchos documentos nos ha llegado… pero también pensemos cuantas toneladas de información se han perdido, es más, ciudades enteras, civilizaciones e imperios devastados, incendios, guerras, incuria humana; maravillas convertidas en ruinas, en polvo o nada, porque así se define la historia con el paso del tiempo.

En lo que respecta a las imagenes fotográficas, todavía quedan ejemplares de Daguer y Fox Talbot, pero creo que pocos entre nosotros somos concientes de cual fue la primera imagen digital que llegó a nuestros archivos o si vale la pena conservar las primeras impresiones hecha con esos medios… la engañosa capacidad de copia les hace, diriamos, más delesnable, produciéndose un curioso fenómeno: hoy en día, todos pretendemos “fijar” nuestra información en medios electrónicos, o ¿me pregunto si alguno de mis colegas aquí presentes, redactó en máquina de escribir o con pluma de ganso su presentación? La tecnología es el medio y el paradigma, es el fin y la parte, es como el hombre, la medida de todas las cosas.

Por esa razón importa, por las ventajas que nos ofrece frente a sus desventajas, por el potencial de consulta frente al potencial de que una falla nos deje sin poder continuar o, como los amigos minimalistas citados antes, nos deje en vilo de un sangrado de información pues ésta siempre es susceptible de perderse.

Por esa razón, en tanto seamos más cuidadosos para respaldar nuestra información y exijamos medios mas robustos para el manejo de nuestros datos, solo en esa medida podremos, pegar el ojo y dormitar, pero, dormirse del todo nunca, pues el peligro inminente de una pérdida siempre nos persigue.

En su siempre interesante columna Hipermediaciones, Carlos A. Scolari se preguntaba si ¿Podremos leer un PDF dentro de 100 años?. Para quienes hemos vivido este paso del siglo XX al XXI, pensar qué significa el lapso de una centuria es algo relativo, y tanto mas con todos los centenarios celebrados a ultima fecha. Recordemos sin embargo que hace un cuarto de siglo, el desarrollo del cómputo como hoy lo conocemos, parecería cosa de ciencia ficción.

Como siempre, existirá quien piense que formularse una pregunta como la de Scolari es algo ocioso. Viva Adobe, larga vida a Microsoft … ¿pero esas empresas duraran como Ford o IBM, algo mas de una centuria? ¿quién lo garantiza? ¿su cotización en el índice Nasdaq?

Pareciera por ello, una buena estrategia concentrarse en sistemas RAID, en cloud computer y el uso de software libre, de modo que cualquier marca propietaria que ponga en riesgo con su existencia a nuestros valiosos datos, se cambie lo más pronto posible.

Después de todo, no hay que ignorar que este último cuarto de siglo contiene las décadas en que nuestras sociedades han “fijado” mayor cantidad de información respecto a toda la historia de la humanidad, pero inquietantemente y debido a que está en discos duros y dispositivos electrónicos de vida perecedera, también es la que corre el mayor riesgo de perderse.

La interesante reflexión de Scolari,  habla primero de cómo aun en la modesta experiencia de cada quién, cierren los ojos y recuerden, siempre hay pérdida de datos, pero además, Scolari conduce a otro extraordinario artículo de Alexander Stille titulado Are We Losing Our Memory? or The Museum of Obsolete Technology (Estamos perdiendo nuestra memoria? o el Museo de la tecnología obsoleta), el cual narra la experiencia derivada del Departamento Especial Conservación de Medios de Comunicación del Archivo Nacional de Washington -la misma ciudad de nuestro minimalista del principio-, especie de museo tecnológico en el que archivistas se dedican a recuperar información de medios de comunicación que desde hace tiempo salieron dejaron de usarse.

En ese laboratorio, podríamos encontrar a un ingeniero moviendo las bielas de un viejo fonógrafo de Thomas A. Edison… Un disco cilíndrico comienza a girar y por el cuerno de madera de repente se escucha el oompah pica-pah de una banda de música, que toca una melodía en un desfile de los Caballeros de Colón llevado acabo en julio de 1902.

En ese mismo lugar, trabajan sistematizando los millones y millones de documentos electrónicos producidos por la burocracia norteamericana, la impresionante cantidad de correos electrónicos que llegan a la Casa Blanca y otras dependencias gubernamentales pero también, ahí se escuchan rumores inquietantes…


“desde hace varios años circuló … que los datos del Censo de los Estados Unidos de 1960 se había perdido. Según la historia, la información se encuentra bloqueada en obsoletas cintas de computadora de 36 años de edad, que ya no pueden ser leídas por las máquinas de hoy. El Archivo tranquiliza a la población diciendo que el material fue copiado de forma segura a medios más modernos. Los datos del censo deben mantenerse en privado hasta 72 años después de su recolección, el rumor probablemente persistirá hasta que investigaciones independientes puede ver el material por sí mismos en el año 2032…”


Y así, contemplamos que aún los maestros en la administración de la información, tienen historias que contar sobre los avatares de la vida moderna de los datos. Entonces me pregunto si hay que tomarse a la ligera la definición de los caminos que debemos tomar para la salvaguarda de nuestros datos. Más que una ocurrencia, ese ha de ser todo un ejercicio de compleja y meditada investigación, de decisiones colegiadas y de búsqueda de respuestas colectivas.

¿Existe alguna esperanza? Primero, valdría la pena recordar que la obsolescencia de las herramientas de cómputo es una maldición que nos acosa pero, con todo, en el descubrimiento de mayor poder de procesamiento, de mayor capacidad en la transferencia de datos, también tenemos mayor alcance en el almacenamiento de información a precios más asequibles. En los territorios del hardware, el chiste es mantenerse alerta y tener la capacidad de remontar su uso para no quedar varados entre cables y fierros que mas adelante no puedan leerse.

Y entonces me pregunto si garantizar la seguridad de nuestros datos, es tarea de cada quién, de uno, aislado, o debiera ser una tarea de interés nacional. Es un hecho que hoy en día, los gobiernos, en cualquiera de sus esferas, generan una cantidad inmensa de información que no abre a la sociedad. En otro lado había escrito, por ejemplo, que nada me obliga a poner información sobre mi archivo en la red, nada que no sean la premisas de la visibilidad (La ciencia que no se ve no existe, como dice REDALYC), o interés personal, me llevan a meditaciones y acciones como las que aquí vamos describiendo. ¿Eso siempre será de esa manera?, ¿algún día nuestra sociedad, en lugar de observarnos complacientemente, tendrá la capacidad de exigir lo que por derecho le corresponde?

Pero, ¿cómo podremos al futuro cumplir con esa responsabilidad?… será suficiente que en la administración de nuestros datos, en el crecimiento de nuestras bases de datos, del número de nuestras digitalizaciones, aparte de pensar si tienen el potencial de ser colgadas en la red, o cuidar si tienen convenientemente asignados sus metadatos DUBLINCORE, ¿algún día toda nuestra información será capaz de ofrecer servicios federados? ¿los cosechadores de datos podrán encontrar eficientemente nuestras agujas en medio del pajar inmenso de la red?

Ante tales inquietudes, todavía busco respuesta con un grupo de colegas de mi institución y de otros lugares, y hemos entendido que entre varias, la idea de utilizar la tecnología de repositorios institucionales podría resulta una opción adecuada. Dspace o Fedora Commons son términos habituales en el territorio de universidades. Con tecnologías como esa, cubren su necesidad organización y clasificación de objetos digitales, porque entre varios atributos más, a ella son comúnes términos como preservación digital,  que es como debemos atender a los dilemas de mantener nuestros datos a largo plazo, o términos como el de persistent URL, sistema que dota a cada uno de nuestros objetos digitales con un ID de clasificación ya no sólo para los fines administrativos de un archivo determinado, sino también para que pueda ser citado como un objeto existente en la red.

Esta es la linea de trabajo en la que creo. Esta mira al futuro porque tiene la posibilidad de enlazarse, gracias a su arquitectura, con otros repositorios existentes en diversas instituciones y universidades. Creo, como un credo bien asentado, que los esfuerzos individuales no van a prosperar, que la fuerza de todo gremio va a residir en la forma como podamos establecer redes colaborativas cada vez mas fuertes. También creo que a nuestro país, le hacen falta urgentemente, actitudes que subsanen la falta de políticas respecto a lo que nos interesa. Es posible que algunos de ustedes conozcan PARES, el portal de archivos españoles en red, recientemente me llego una noticia:

Estimados/as usuarios/as:

Nos complace informaros que ya está disponible para su consulta en el Portal de Archivos Españoles PARES, desarrollado por el Ministerio de Cultura, la serie documental del Registro de Ejecutorias de la Real Chancillería de Valladolid, custodiada en el Archivo de la Real Chancillería de Valladolid. Cuenta con más 180.000 registros descriptivos y más de 2.000.000 de imágenes digitalizadas.

La riqueza documental de este fondo, unida a la amplitud del ámbito temporal y geográfico que contempla (aproximadamente 180.000 documentos comprendidos entre los años 1395 y 1834, relativos a los territorios de 9 comunidades autónomas) ofrecen una panorámica inigualable de la historia judicial, económica y social de los territorios de la Corona de Castilla situados al norte del río Tajo durante el período que va del final de la Edad Media a los inicios de la Edad Contemporánea, ya que en esta documentación están representados la totalidad de los estamentos sociales y la totalidad de las instituciones civiles y religiosas, públicas y privadas, destacando especialmente aquellos sectores de la sociedad que no suelen dejar testimonio escrito de su existencia.

A través del siguiente enlace se puede obtener más información:

http://www.mcu.es/archivos/Novedades/novedades_ACV_RegistroEjecutorias.html

Un cordial saludo

Información del Portal de Archivos Españoles-PARES

Subdirección General de los Archivos Estatales

Ministerio de Cultura

http://pares.mcu.es/


Algun día, en el futuro, ¿nos tocara decir cosas así de nuestros portales federados…?  muchas gracias.




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Crossroads of Slovak Photography

 

El pasado miércoles 8 de septiembre,   el Archivo Fotográfico Manuel Toussaint del Instituto de Investigaciones Estéticas de la UNAM, presentó la conferencia Crossroads of Slovak Photography. Panorama Actual de la fotografía, que dictó el profesor Václav Macek en la Sala Francisco de la Maza del instituto, de esa ocasión queda ademas del la información contenida en la charla, esta interesante imagen de Pedro Meyer.

 

 

Conferencia Crossroads of Slovak Photography

En tanto que aparecen en pantalla, hay la confirmación de su existencia. Václav Macek y Pedro Ángeles en la conferencia Crossroads of Slovak Photography. Fotografía: Pedro Meyer

 

 

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Continuidad y cambio en el Archivo Fotográfico Manuel Toussaint del Instituto de Investigaciones Estéticas de la UNAM


Pedro Ángeles Jiménez

Coordinador del Archivo Fotográfico Manuel Toussaint

La presente lectura fue hecha en el marco del Décimo Encuentro Nacional de Fototecas, realizado el 22 de octubre de 2009 en el Teatro Guillermo Romo de Vivar de la ciudad de Pachuca, Hidalgo, dentro de la mesa “La Fotografía en los archivos del siglo XXI”



Antes que nada, debo decir que resulta estimulante compartir con Ustedes esta serie de reflexiones en el marco del ya tradicional Encuentro Nacional de Fototecas, y cuánto más, entre los trabajos de esta mesa, titulada “La Fotografía en los archivos del siglo XXI”. Como verán, muchas de las inquietudes que expondré se derivan de los trabajos que se han venido implementando en el Archivo Fotográfico Manuel Toussaint desde antes que tuviera la oportunidad de ocupar su coordinación. Coincidiendo con la década de encuentros que se festejan aquí, las presentes líneas pretenden recapitular brevemente sobre los últimos 10 años en el quehacer del Archivo.

Por supuesto, que en el título de esta mesa aparezcan las palabras ”siglo XXI” puede resultar intimidante, pues fácilmente se evocan imaginarios futuristas, y para muestra un botón: recordarán que el futuro de replicantes descritos en la novela de Philip K. Dick ¿Sueñan los robots con ovejas electrónicas? y su secuela Blade runner, se desarrolla en la ciudad de Los Ángeles, ubicando su acontecer en el ya muy próximo 2018.

Al menos para mí, resulta tranquilizador que a tan sólo 9 años de distancia, las descripciones hechas en esas obras no acontecerán, o sólo parcialmente, y que la ciudad de Los Ángeles, seguirá siendo bastante parecida a la que hoy veríamos en una visita. Podríamos afirmar, inclusive, que los oscuros paisajes urbanos en los que actúa Harrison Ford, quedarán restringidos a los sets hollywoodenses, y que su figuraciones sólo serán, como la Metrópolis de Fritz Lang, otro devaneo futurista al que debemos convertir, si fuera posible, en algo más prometedor… aunque… sin duda podrá sorprendernos que el actor que caracterizó Terminator hoy gobierne el estado de California. Después de todo “la realidad supera a la fantasía”, pero el quehacer cotidiano de nuestros archivos deberá plantearse sobre las bases de una realidad algo más objetiva, en la que deberemos trabajar incansablemente, con fin de trazar más certeros presentes.

1999-2009. Recuento de una década

En lo que concierne a la imagen, al menos desde hace una década hemos podido apreciar un hecho extraordinario, que ha afectado profundamente a nuestro Archivo Fotográfico: la transición de la imagen argéntica a la digital. Este proceso, en un momento ajeno a nosotros, tuvo su origen en las decisiones de las grandes industrias que controlan la producción de los aparatos y suministros fotográficos para la creación de las imágenes, quienes dejaron a un consumidor expectante por recibir los beneficios de esa nueva tecnología, y tener que desarrollar los conocimientos para manejar esos nuevos mapas de bits.

La transformación parecería no tener precedente. De hecho, antes de 2005, muchos elementos fortalecían la apariencia de una industria bien consolidada; en todo el mundo se sabía qué era una película de 35 milímetros, un asa 100, un f11 con un 125 de velocidad. Sólo que, si se pone atención al comportamiento mismo de la innovación tecnológica, veremos que desde sus orígenes, en la historia de los procesos fotográficos existe un continuo que llevó de una técnica a otra, dejando obsoleta a la anterior, y la mayoría de las veces debido no necesariamente a su calidad, si no a factores como sus costos de producción, a un manejo más fácil o eficiente de soportes y procesos químicos, o a la manipulación de las cámaras; todo ello, merced a las condiciones de un mercado cada vez más global, y a la necesidad de imágenes cuya obtención necesita ser más inmediata, con la capacidad de llevarse o transmitirse a distancias más grandes.

¿Cuántos procesos antiguos conocen ustedes, que no hayan caído en la vorágine destructiva de ese mercado? Pero qué duda cabe que las imágenes, soportadas en su frágil materialidad, nos resultan importantes y vemos en ellas sus diversos valores; de ahí se derivan todos nuestros esfuerzos por catalogar, documentar, conservar y difundir nuestras fotografías. Enmarcados en la complejidad de esa transición, me permito mencionar, desde mi archivo, tres acontecimientos de los que hemos sido testigos y que nos han marcado pautas, mismas que seguramente nos darán materia para seguir la reflexión de esta década.

  • Entre 1999-2000, el Archivo Fotográfico Manuel Toussaint inició el proyecto Banco de imágenes del patrimonio artístico mexicano. Entonces, el CONACYT proporcionó un financiamiento con el que se adquirió una serie de equipos destinados a la creación de nuestro primer proyecto de digitalización.
  • El 15 de julio de 2003, la empresa Kodak anunció que suprimiría su línea de producción de proyectores de diapositivas para junio de 2004. Al lado de ese anuncio, seguiría la paulatina desaparición de diferentes suministros fotográficos producidos por esa empresa y, posteriormente, el cierre de sus fábricas y oficinas en la ciudad de México.
  • La decisión, en enero de 2009, con la que el Archivo Fotográfico anunció a sus usuarios que cancelaría el préstamo de diapositivas a domicilio, a partir diciembre de 2010.

Por sí mismos, cada uno de estos acontecimientos son ejemplares ya que marcaron un hito al Archivo Fotográfico Manuel Toussaint, el que debido a su vocación, de manera continua y desde su formación institucional en el año de 1954[1], se convirtió en el repositorio de las imágenes fotográficas del Instituto de Investigaciones Estéticas, para proporcionar a sus académicos ‑especialmente por medio de diapositivas-, esa herramienta indispensable para la investigación, la docencia, la difusión de la historia del arte y la conservación y defensa del patrimonio artístico mexicano.

Del primer acontecimiento señalado a la fecha, se aprecian ya varios resultados. Al lado del desarrollo de métodos de descripción mediante bases de datos, aquélla fue la primera ocasión en que las tecnologías de la información arribaron al Archivo, planteando problemas que en diferentes niveles dinamizaron la relación entre la efímera imagen argéntica y la volátil imagen digital, revelándose a nuestros ojos la importancia que tiene la representación de una imagen analógica en bits.

Además, hubo que establecer diferentes parámetros de trabajo, algunos de ellos aún en movimiento: formas de almacenamiento y administración, que siguen en franca transformación, tamaños de archivos, modelos de color, formatos y tantos y tantos conocimientos, que obligaron a buscar el consecuente desarrollo de una base tecnológica que implicó tanto el acceso a sistemas de red como a la posibilidad de contar con servidores y sistemas RAID. Un proceso que en su propia evolución ha mostrado dificultades obvias, pero también considerables avances.

No está de menos mencionar que el proyecto Banco de imágenes del patrimonio artístico mexicano, tuvo por objetivo demostrarle al Archivo para qué servía la imagen digital; lo que no esperábamos era que la respuesta se multiplicara de tal forma que, al día de hoy, ya todo su personal cuenta con una computadora de escritorio conectada a Internet y a nuestro sistema de cómputo, en cuyos servidores manejamos la captura de nuestra base de datos y la evolución de su conceptualización, así como también las herramientas con las que implementaremos las nuevas formas de consulta y administración de las más de 750,000 imágenes argénticas que resguardamos, además de aquellas imágenes que ya siendo “nativas digitales”, llegan a sumar riqueza y problemas a un archivo que siempre se ha distinguido por acrecentar sus fondos, sea por donación y ocasionalmente a través de compras “simbólicas”; pero, sobre todo, por la producción natural que se deriva de las necesidades de la investigación académica de nuestra institución.

Si alguien hubiera dicho allá por enero de 2003, que la diapositiva dejaría de ser el principal vehículo de transmisión de la imagen para clases y conferencias, lo hubiéramos considerado una broma. Piensen que durante buena parte de su existencia, nuestro Archivo tuvo como fundamento acrecentar su patrimonio fotográfico, justamente con ese vehículo que, privilegiadamente, se convirtió en la única posibilidad de llevar a las aulas el imaginario de las obras de arte convertidas en imagen, y que el formato de diapositiva en 35 mm a color, campeó en México desde los años cuarentas, con el arribo de películas fotográficas como la Kodachrom[2], de calidad increíble. Por esa razón, durante poco más de 50 años, conocimos al Archivo Fotográfico Manuel Toussaint de manera doméstica como “la fototeca”, que acrecentó sus fondos de diapositivas con más de 460,000 ejemplares, los cuales cotidianamente sirvieron a los académicos relacionados con la historia del arte, a la manera de una gran biblioteca de imágenes.

Todavía para esa fecha, era posible tomar un rollo de película diapositiva en la mañana, y tenerlo frente al usuario en un par de horas, con alarde de eficiencia y rapidez. Todavía en esa fecha era posible contar con procesos de increíble calidad, como el R3, que permitía, con costos algo elevados, la impresión de imágenes diapositivas a papeles fotográficos.

Pero la broma fue ¿quién lo diría?, que lo pronosticado sí sucedió, y cada vez con mayor frecuencia los usuarios del archivo demandan hoy imágenes digitales. Aquella visión en la que nadie compraría cañones carísimos –entonces como ahora- pasó a ser una realidad cotidiana, y, aunque todavía esperamos mejoras en la calidad y precios, hoy en día casi todos usamos como vehículo de nuestras conferencias la imagen digital o digitalizada.

Esta tendencia, en el recuento de los acontecimientos que les vengo mencionando, fue la que nos obligó a tomar nuestra última disposición, decisión curatorial de importancia que, por supuesto, no significa la supresión del servicio de consulta de las diapositivas, sólo que la tecnología y los cambios en la industria de la imagen posibilitaron que, por primera vez en nuestra historia, en lugar de prestar frágiles imágenes argénticas, lo mismo para procesos editoriales que para proyectarlas en los salones de clase o en las conferencias, ya resulta posible entregar referentes digitales.

Por primera vez, nuestra diapositeca dejará de ser un “banco de fotografías”, para pasar a ser un fondo más de nuestro archivo, uno igual al resto de colecciones especiales como la Luis Márquez Romay, Tina Modotti o Juan Guzmán, que no se prestan, que sólo se consultan.

¿Qué presentes, qué futuros?

El juego de los tiempos parece siempre implacable. Después de todo, de eso trata la materia que nos toca, que es la del saber histórico. Por ello museos, archivos y bibliotecas tienen un papel tan relevante, porque al organizar en catálogos, conservar lo que tienen con sus mejores recursos y promover el conocimiento de los objetos que custodian, los convierten en patrimonio. Ejercen un poder –aunque siempre habrá quien lo cuestione-, que consiste en dar a la sociedad que nos procura acceso y tiempo, tiempo para que los objetos que salvaguardamos perduren, trasciendan a las generaciones, acceso, pues sin convertir al patrimonio en objeto de interés público, ¿qué sentido tendrían nuestras acciones?.

En un momento determinado, la socialización de nuestro acervo se cumplimentó con los modelos creados a partir del servicio y atención a usuarios, que a lo largo de la historia se fueron perfeccionando. Y la verdad es que sólo a partir del arribo de la digitalización se apreció, de forma concreta, la posibilidad de divulgar de una manera más amplia las colecciones del Archivo Fotográfico.

Este no fue, como podría suponerse, un principio manejado a partir del primer proyecto de digitalización pues, como ocurrió en otros lugares, la idea de contar con referentes digitales para la consulta, se alentó con base en la idea de que la preservación primaba sobre el acceso. Entonces se hicieron evidentes algunos problemas cruciales: ¿existe alguna responsabilidad social en las instituciones públicas que custodian el patrimonio cultural mexicano?, ¿cuál es su papel?, ¿qué relación tiene ese papel con sus acervos patrimoniales?, ¿en qué forma y medida la legislación contemporánea contempla a estas instituciones y los intentos de la socialización de sus fondos, sin demérito de otros derechos como los de autor?. Estas fueron algunas cuestiones en las que debimos profundizar, y en las que aún queda margen para establecer definiciones que conciernen no sólo al quehacer del Archivo Fotográfico Manuel Toussaint.

Nuestros sistemas de clasificación, aquellos que modelamos durante mucho tiempo y que constituyen la tradición local de trabajo con la que describimos nuestras colecciones, ¿podían, así como estaban, responder a los esfuerzos internacionales para la organización de la información?, ¿es la red el camino más adecuado para la socialización? y una vez en la red, ¿es posible orientar los esfuerzos para que la descripción automatizada de nuestros acervos alguna vez pueda federarse?… ¿y eso tiene algún sentido?, ¿tiene sentido participar del concepto de visibilidad en la red, y crear estrategias tecnológicas que permitan a nuestras instituciones proporcionar en sus páginas Internet, algo más que información de tipo administrativo?… ¿ eso es algo deseable?.

No cabe duda que la respuesta a cuestiones de índole similar va de la mano con la proyección de cualquier esfuerzo por modelar los archivos del siglo XXI ya que, quiérase o no, el enorme y complejo proceso que representa la convergencia digital, actúa sin que podamos eludir los retos que nos propone, retos para los que es necesario responder a preguntas como las que se esbozaron apenas, y a otras tantas que habrán de formularse a la luz del tiempo. Retos que suponen el acceso a tecnologías que en muchos casos, apenas llegamos vislumbar hoy, al hablar de repositorios institucionales, de metadatos, de sistemas de respaldo de información adecuados y robustos, de tecnologías para publicar nuestra información en línea, de la web 2.0 y de la sociedad del conocimiento.

Debo decir que para el Archivo Fotográfico Manuel Toussaint hasta hoy ésta ha sido una aspiración, que con sus correspondientes dificultades, se va convirtiendo en realidad. Una aspiración que, sin embargo, permitió en el periodo que van de 2007 a 2009, darnos cuenta del valor que alienta la Norma Internacional General de Descripción Archivística (ISAD-G), y ensayar su aplicación como modelo de trabajo aplicado a los diferentes niveles de descripción de nuestras colecciones fotográficas, situación que todavía se halla en proceso.

Del mismo modo, hoy en día estudiamos la idea de crear un repositorio institucional, tecnología que dote a los objetos digitales que producimos, entre otras cosas, de un URL único, que permita mantenerlos en línea y se convierta en el modo de citarlos inequívocamente. El repositorio es clave en la gestión de metadatos y en la definición de si Dublin core será, entre los diferentes modelos existentes, aquel que habremos de seleccionar para la organización de dichos objetos digitales. Además, al necesitar ésta tecnología servidores más robustos, la preservación de las colecciones digitales y de todo cuanto hagamos ahí, dependerá de la capacidad que tengamos para aumentar los terabytes instalados y la velocidad de respuesta para arreglar cualquier desperfecto en el nivel de hardware.

Si esa puerta parece delinear el quehacer del archivo en estos momentos, debemos comentar que la preocupación por estudiar qué hacemos con la data que producimos es tan importante como los esfuerzos que dedicamos a la conservación de nuestros materiales argénticos.

Muchos de ustedes, conocen que el Archivo Fotográfico Manuel Toussaint ha elaborado una consistente trayectoria en la aplicación de la idea de la preservación mediante el control de condiciones ambientales. Lo fue en su momento con la realización de encuentros como “Frío * Seco. Bóvedas para la Conservación de Materiales Fotográficos: Condiciones Ambientales”, realizado en mayo de 2001[3], y desde enero de 2006, con la puesta en marcha de nuestra bóveda y prebóveda, en la que actualmente obtenemos de manera cotidiana índices de permanencia de la imagen que están próximos a los 100 años en sus expectativas, merced a que en esa eterna lucha contra el clima, logramos mantener estabilidad en sus condiciones ambientales promediando 35% de humedad relativa con 15 ºC de temperatura.

De la experiencia de tener un archivo con bóveda, nació la posibilidad convertirnos en un archivo bóveda, es decir, un archivo que pudiera tener control ambiental en todas sus áreas y que, salvando el necesario diferencial de temperatura que cada espacio requiere, manejara ese 35% de humedad relativa, lo mismo en las áreas de documentación y clasificación, como en cualquiera otra donde tengamos almacenados materiales fotográficos.

Este importante proyecto se está implementando actualmente en el Archivo Fotográfico Manuel Toussaint, y es un esfuerzo más en la búsqueda por ser un archivo que, alejándose de fundamentar sus acciones en criterios propios, prefiere la implementación de normas y estándares internacionales que ayuden a describir mejor sus colecciones, a resguardarlas a plazos más duraderos y a acercarlas a la sociedad, que con sus recursos, procura su funcionamiento.

Normas y estándares no son palabras que puedan fraguarse desde un solo lugar. El Archivo Fotográfico Manuel Toussaint lo sabe, y como siempre, encamina sus esfuerzos siempre listo a discutir constructivamente sobre estos temas, porque, como decía al principio, sólo así alcanzaremos mejores presentes y futuros más deseables.

 


[1] Cecilia Gutiérrez Arriola, “Elisa Vargaslugo y la fotografía: fotografía e historia del arte”, De arquitectura, pintura y otras artes. Homenaje a Ellisa Vargaslug, México, Instituto de Investigaciones Estéticas, 2004: p. 510.

[2] El 22 de junio de 2009, la empresa Eastman Kodak anunció el fin de la producción de la película Kodachrome.

[3] El encuentro se realizó en la Sala Francisco de la Maza los días 21 y 22 de mayo de 2001. Vid: “Encuentro en el Instituto de Investigaciones Estéticas. Bóvedas frías y secas prolongan la vida del material fotográfico”. Gaceta UNAM, 4 de junio de 2001: pp. 18-19. http://www.dgcs.unam.mx/gacetaweb/2001/04jun01.pdf. Consultado agosto de 2010.

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Los efectos de la memoria…

Pedro Ángeles Jiménez

 

Este documento se leyó el jueves 20 de septiembre en la mesa redonda titulada “Archivos fotográficos y digitalización: retos de la conservación de la memoria digital”, en el marco del evento “Retina 2007”, organizado por el Tecnológico de Monterrey campus Ciudad de México. Participaron: Fernando Osorio (Escuela Nacional de Conservación), Juan Carlos Valdez (Director- Sistema Nacional de Fototecas SINAFO), Pedro Ángeles (Coordinador Archivo Fotográfico Manuel Toussaint. Instituto de Investigaciones Estéticas del la UNAM).

Cuando iniciamos la aventura de remontar en el conocimiento de los temas pertinentes a la digitalización, pretendiendo averiguar cómo ese misterioso concepto podría alguna vez ayudar o influir en las tareas sustantivas de nuestro Archivo Fotográfico Manuel Toussaint, resultaba difícil, en perspectiva, imaginar los alcances a que nos conduciría tal decisión. Más allá de los esfuerzos iniciales hechos de manera individual, un detonante principal en toda esta experiencia, fue un proyecto CONACYT que denominamos Banco de imágenes del patrimonio artístico mexicano, el cual inició en mayo de 1999, y tuvo como objetivo analizar las problemáticas y tecnologías necesarias para configurar el proyecto de digitalización del Archivo. El financiamiento derivado del proyecto CONACYT, posibilitó una escalada de eventos, algunos de la importancia del Encuentro Internacional los Acervos fotográficos y la imagen digital” -en el que gratamente recuerdo la participación de Rosa Casanova y Fernando Osorio, aquí presentes-. Encuentro mítico en el imaginario de quienes trabajamos en Archivo Manuel Toussaint, porque ahí conocimos lo mismo proyectos del calibre de Corbis o personalidades como Franziska Frey, lo mismo que algunos de los proyectos que por entonces, iniciaban algunas dependencias tanto de la Universidad Nacional como de otras instituciones en el país.

La riqueza hallada en el Encuentro no acabó con la propia reunión académica. Tuvo un inesperado hilo de continuidad con la fundación del querido Seminario de Digitalización, que desde entonces mantiene una presencia modesta, aunque también constante y para mi significativa, pues ha sido el espacio donde la discusión y el intercambio de experiencias, nutren de manera considerable cuanto pienso en lo personal sobre el tema que reúne esta mesa, y por lo mismo, cuanto nos ha tocado delinear entre las decisiones y los caminos que llevamos andados.

Traigo a colación esta historia en apretada reseña, porque entre los efectos de la memoria… recuerdo que también llegaron las sorpresas y debates, como cuando a mediados de 2003, gracias a una lista de discusión de historiadores del arte de la Universidad de Princeton, que me reenvió la Dra. Clara Bergellini, conocimos un comunicado de la Eastman Kodak Company, en el que la trasnacional anunciaba que mandaría al renglón “descontinuados”, toda su producción de proyectores de diapositivas y materiales anexos, dejándolos de producir hacia fines de 2004, aunque garantizando soporte, servicio y piezas de repuesto hasta el año de 2011.

Ya antes, la misma empresa, que tenía aquí, al lado de este campus del Tecnológico de Monterrey unas instalaciones y otras en Calzada de Tlalpan, había cancelado procesos como el R3, que permitía el paso de diapositivas a papel fotográfico, y la película internegativa en tamaño 4×5 pulgadas. Con tales noticias nos fuimos enterando cómo ese gigante de la fotografía, campeón de la imagen fotográfica con participación de procesos químicos, tomaba la decisión de virar todo su potencial de mercado a la veleta del dominio del bit, decisión cuyas consecuencias paulatinamente llegarían afectarnos a todos. Todavía lo recuerdo, porque “recordar es vivir…”, y creo que todos hemos sido testigos de cómo inexorablemente fueron desapareciendo los otrora prósperos negocios de impresión de fotografía, lo mismo que los grandes stocks de película, que consiguiéndose todavía, cada vez resulta un material de trabajo más escaso.

Como va el cuento, creo indispensable ampliar una línea que les explique por qué razones estos temas y eventos atrajeron tanto la atención de un Archivo como el nuestro. Y es que subrayando la importancia del comunicado de aquel 14 de julio, se antelaba el retiro de el mercado de uno de los más queridos y usados instrumentos, que por aquellos años era uso corriente: el proyector de diapositivas, rey que dominó los aspectos visuales de la docencia y las conferencias por más de medio siglo, material didáctico indispensable para la enseñanza de la historia del arte que al fallar… metía en aprietos a cualquier conferencista, pues la imagen proyectada al público era -a pesar de que se trabaran las diapositivas, o estuvieran fuera de foco, o se quemaran tras exponerlas por largos periodos en sus entrañas-, era al fin y al cabo eje central de todo discurso.

Han de saber que el Archivo Fotográfico Manuel Toussaint tiene entre sus encomiendas, servir como centro de documentación de las imágenes que solicita el personal académico del Instituto de Investigaciones Estéticas, y que por lo mismo, su fondo se nutrió principal, aunque no exclusivamente, con diapositivas; de las 720,000 imágenes que contamos en inventario, más de 450,000 son imágenes de ese tipo, todas ellas registros del patrimonio artístico mexicano, tomadas fundamentalmente en el periodo que media entre los años de 1950 hasta 2007.

Pero el bit… quien lo diría, y por supuesto también toda la parafernalia comercial en torno a las nuevas tecnologías, se hayan presentes entre nosotros cada día con mayor fuerza. Es uno de los temas cotidianos que nos aquejan y nos impulsan: verbigracia, algunas secciones de nuestra diapositeca ya no se nutren con tomas nuevas mientras otras resisten; nuestros usuarios, sobre todo externos al Instituto, cada vez que solicitan algún servicio de reproducción de imágenes, lo piden digital. Por su parte, los problemas para conseguir materiales fotográficos analógicos resultan cada día más difíciles de sortear, sobre todo cuando esa variable se combina con los mecanismos administrativos que tiene la Universidad para adquisición de implementos… y en cambio, inversamente, la tecnología digital resulta cada día más asequible.

Como lo ven, describo en términos locales algunos de los efectos de la famosa convergencia digital, uno de los brazos armados de la globalización, que día con día y de manera gradual y metódica, afecta, en el más profundo sentido que se lo imaginen, la vida de todos; construyendo el futuro, uno en el que podemos invitarnos a participar siendo protagonistas, o del que podemos excluiremos hasta llegar a ser simples usuarios o espectadores.

Como siempre, el pez grande que se come al chico, y la convergencia digital está modelándolo todo, expandiendo unas empresas y desapareciendo otras; unificando criterios, desde el SMS de la telefonía celular, hasta el triple play de televisión, telefonía e Internet; fomentando grandes riquezas y grandes pobrezas; obligándonos a conocer y resignificar alegorías y términos como los de carretera de la información, brecha digital, sociedad de la información y sociedad del conocimiento. Y en medio de todo, el bit, campeando entre los saberes y las ignorancias de una sociedad global, que apenas da crédito al hecho de que la enorme variedad de formas que creó para salvaguardar su memoria, desde su más remota existencia, hoy converjan ahora en una sola, donde hoy se fija y se distribuye el conocimiento humano, convirtiéndose en información.

Pero… si hoy opera que desde nuestras computadoras domésticas hagamos pagos en Amazons o traspasos nuestra cuenta bancaria… ¿esto seguirá operando así el futuro?. Si esta es una pregunta inquietante, porque toca las conductas más íntimas que tenemos al administrar nuestro dinero, qué decir cuando sabemos que un alto porcentaje de la información escrita en los últimos años, se hizo y esta confinada a medios tan frágiles como han demostrado ser los tecnológicos. Hoy en día, las fotografías y bases de datos de nuestro patrimonio ya son digitales o están en procesos de conversión… ahí tienen la música, el cine, las imágenes y los documentos, hasta la voz y el video: casi pareciera, como lo escribí alguna vez, que nos empeñamos en guardar lo trascendente en lo intrascendente, que queremos salvar lo eterno en lo transitorio [1].

Si existe un algoritmo en la tecnología del binary digit, es el de la inestabilidad causada por su propio y desenfrenado desarrollo. Desenfrenado a medias, porque bien sabemos que como usuario, debemos cambiar nuestros sofwares y el hardwares en esa carrera hacia más rápido, más eficiente, mejor diseño… etcétera, para que sigamos gastando en computadoras más nuevas y softwares mas evolucionados, atrapados entre las redes de los crecimientos exponenciales de la famosa ley de Moore. Pero si esto es así… ¿cómo podemos garantizar que nuestros bits, valiosos, porque representan tanto trabajo y esfuerzos económicos… perdurarán?. Imaginen a un arqueólogo del futuro, cuyas estratigrafías estarán en poder leer viejos sistemas operativos, y reconstruir archivos que como el genoma, pueden sustituir las cadenas necesarias para volverlos a utilizar. Entonces serán necesarias máquinas con la posibilidad de leer una enorme variedad de dispositivos, que ahora nos parecen tan familiares… como la memoria USB, pero que en su momento serán sustituidos por nanotecnologías que harán de la red y de la carretera de la información, algo digno para que Julio Verne reescribiera una buena cantidad de sus historias.

Para abrir otra vertiente sobre este argumento, permítanme divagar ahora sobre qué maravillosas impresiones provocan los muros pintados en la caverna de Lascaux, aunque admita que inventemos mucho sobre lo que representan o significan… aún existen. Aún se puede leer un papiro, la inscripción romana de una lápida o un friso, un códice medieval o una estela maya…. porque su materialidad permite a epígrafos y lingüistas trastocar el tiempo y revivir, aunque sea en un teatro de sombras, la historia de los Ptoloméos o las andanzas de Carlo Magno. No dejaré de sorprenderme que sepamos tanto de Apeles, príncipe de los pintores en la Grecia clásica, sin que nos halla llegado ninguna de sus pinturas. Y meditar en estas cuestiones, suelo preguntarme si el bit tendrá tanta fortuna, si los cd o dvd con baño de metales nobles, ¿podrán ser leídos en los próximos 1000 años?.

Otro hilo interesante de seguir, es que inversamente proporcional a su duración en el tiempo, un objeto donde se fija la memoria, también resulta más difícil de portar, copiar y difundir. Mientras eso ocurre con objetos análogos, un archivo electrónio podría, potencialmente, ser distribuido entre cualquiera que tenga acceso a la red.

En este mundo donde la información manda, la memoria parece flaca, pero les aseguro pagando sus costos correspondientes, nuestros bits -quizá no todos- viajaran seguros en cápsulas del tiempo hacia remotos futuros, diciendo algo a quienes los quieran y sean capaces de entenderlos, en el curso de una existencia futura acaso diferente a la nuestra, pero acaso también sustancialmente humana.

Mientras, no queda otro remedio -tal como lo sugirió en otro lugar Fernando Osorio-, que sentarnos en nuestras terminales scriptorium y convertirnos en amanuenses del bit: y copiarlo y copiarlo para salvaguardarlo, y migrarlo y migrarlo para actualizarlo. Si me preguntan si tanto esfuerzo merece la pena, déjenme bordar sobre algunos otros cabos sueltos.

Primero, me gusta decirlo, descubrí que iniciar cualquier proceso fundamentado en estas tecnologías resulta un pacto con el diablo. Un contrato con cláusulas irrenunciables, en el que se llega a apostar el alma porque difícilmente es posible echar vuelta atrás. Esta es la convergencia digital, la que obligadamente nos encamina a digitalizar formatos del pasado y a trabajar digitalmente del hoy hacia el mañana.

En este esfuerzo, ya todos deben saberlo, el bit no gobierna de manera absoluta. La conservación de los materiales analógicos continúa siendo tarea sustantiva y digitalizarlos, jamás debe expresar la imagen de que significa sustituirlos. Después de todo, la materialidad de lo análogo es consustancial a aspectos de la más intuitiva existencia, esa que tiene sustancia y con la edad envejece, y al hacerlo se convierte en recordatorio de que un lápiz es verdadera tecnología de punta. No puede pasarse por alto que entre el juego de espejos en que nos movemos, el bit deconstruye una referencia de lo que primero existe.

Desde esa perspectiva, digitalizar imágenes ha de tener un sentido. Uno, que se relacione con la construcción del conocimiento, pues finalmente el Saber se liga íntimamente con el esfuerzo de construir los conceptos y las categorías con que organizamos el universo, volviéndolo inteligible, y en ese camino, también más asequible. Justamente en ello veo la virtud de convertir nuestras imágenes en información, pues sumadas al esfuerzo de clasificación con el que todo archivo pertrecha su guerra ante el caos de sus fondos, la digitalización deja de ser premisa de conservación, para convertirse en premisa de acceso. Sólo así nuestros mapas de bits se convertirán en aliados y coadyuvar a tareas tan fundamentales como el ordenamiento de nuestros materiales, y sacando el mejor partido de las nuevas tecnologías, en constituirse como otra herramienta para su difusión.

En este punto hago balance de cómo instituciones arquetípicas, depositarias de bienes patrimoniales tan impresionantes como la Biblioteca del Congreso de los Estados Unidos de América o la Biblioteca Nacional de Francia, realizan cada una por su parte, esfuerzos increíbles para difundir sus acervos aprovechando la carretera de la información. Podría decirse que, con el paso del tiempo, sus sitios en Internet se convirtieron en buena muestra del legado que custodian, y más allá de sus necesidades locales, al difundirlo, lo convierten en un patrimonio que nos es asequible a todos [2].

Por ello, entre los caminos de la convergencia cada día cobra mayor poder la idea de que lo que se representa en línea, debe guardar correspondencia con lo que se es en la realidad. De ahí parten nociones que conduce a la formulación de conceptos como el de visibilidad o invisibilidad en la red, cuya jerga advierte nuevas problemáticas que afectan otra vez nuestros quehaceres sustantivos.

Visibilidad y acceso forman un binomio que encarna otra aspiración cada día más importante en la construcción de la red de redes. Una que se ejemplifica con todo su peso al invocar movimientos como el Open Access, y frases tan demoledoras como aquella divisa de la hemeroteca científica en línea Redalyc que sentencia: “La ciencia que no se ve no existe” [3].

Desde luego, decir es más fácil decir que hacer, porque otra de las cuestiones que se hizo evidente en nuestras experiencias, es que para la realización de un gran proyecto de digitalización, no basta conocer la naturaleza y comportamiento del bit, o tener escaners o cámaras digitales de altísima resolución, perfectamente calibradas a monitores e impresoras dentro de una bien diseñada cadena de producción de imágenes digitales, que tienen perfectamente caracterizados los diferentes tipos de materiales fotográficos, bien definidos los tamaños de las imágenes para salvaguardarlas en archive files, que a su vez, requieren de un tratamiento diferenciado de las imágenes para salida de impresión o para su recepción en pantalla. En un país donde la digitalización no forma parte de una política integral para la cultura, todavía hay que remontar en cuestiones como el acondicionamiento de una base tecnológica capaz de soportar grandes volúmenes de información, e introducir a las instituciones conceptos como los de repositorios digitales, sistemas RAID, o la utilización de sistemas informáticos robustos, capaces de solventar las aspiraciones de socialización del conocimiento.

Tengo la impresión que en este cotejo de brechas, hace falta más de un esfuerzo aislado, porque los retos no solo van de la mano con saber de que modo cada institución resuelve o puede resolver los planteamientos que genera la convergencia, si ante la citada carencia de políticas culturales, ha de hacerse frente a problemas como los que se plantean desde terrenos como el de nuestra legislación, o la necesaria inyección de recursos económicos y formación de recursos humanos que nos ayuden a solventarlas.

Así, casi concluyo, les comento que hoy, nada obliga a las instituciones culturales depositarias de patrimonio, a crear vehículos de acceso a sus colecciones. Es una prerrogativa que podemos tomar o no, pero que resulta imperioso considerar en discusiones amplias y profundas, si es que consideramos que vale la pena dotar de acceso a una sociedad que financia con dinero público a las instituciones públicas, y que sólo es cuestión de tiempo para que esa sociedad, más confiada de su participación y sus derechos, tarde que temprano nos lo exija.

Después de todo… la biblioteca de Alejandría se incendió y la humanidad continuó su camino. Ante la incuria de nuestras sociedades, cuantos monumentos derrumbó la guerra, el descuido y las acciones humanas. Que todo cambia, lo sabemos, que el futuro exista, puede ser el peregrino pensamiento de buenos deseos. Ya lo decía Borges, filosóficamente hablando, el pasado tiene la misma consistencia del futuro. Trabajemos por el presente, por divulgar lo que nuestros archivos tienen, no salvaguardándolos como tesoros infranqueables, sino como posibilidades de conocimiento, como representaciones que doten a la palabra Patrimonio del profundo sentido de su significado.

 

Anexo

 

Mensaje donde Kodak confirma su proyecto para descontinuar proyectores de diapositivas y sus accesorios.

 

July 14, 2003. Kodak Pre-discloses Plans To Discontinue Slide Projectors and Accessories in 2004.

Eastman Kodak Company has confirmed plans to discontinue the manufacture and sales of slide projection products and accessories in June of 2004.

Slide projectors continue to be used in many government applications due to a proven track record of cost-effective, reliable, high-quality image projection. Combining the seven years of service and support with a long history of trouble-free operation, means that slide projectors will continue to enjoy many years of productive use.

This early disclosure is being made to key user groups in order to allow time for adoption of a replacement technology or purchase of backup slide projector products.

The KODAK products included in this event are CAROUSEL, EKTAGRAPHIC, EKTALITE and EKTAPRO slide projectors and all KODAK Slide Projector accessories.

The current plan is to cease manufacturing in June 2004. Kodak anticipates that small quantities of new Carousel, Ektagraphic, Ektalite and Ektapro slide projectors will be available through the end of 2004. In addition, the Kodak distributor, Comm-Tec, in Germany plans to sell Ektapro projectors and accessories beyond 2004. Kodak will offer service and support for slide projectors until 2011.

Investigating and installing replacement technologies can be a challenging and costly effort with a long implementation timeline. So, many may wish to purchase backup units for currently installed slide projectors while making the transition. Upcoming government budgeting activities make it prudent to pre-disclose now in order to allow ample time to include slide projector demand in the government budgeting plans for 2004.

Making Kodak aware of your future requirements will insure that there is enough products on hand before production ends. You can do this by contacting Glenn Prince, Kodak Account Manager, Government Markets (678)

339-0723,

glenn.prince@kodak.com .

Thank You,

Glenn R. Prince

Eastman Kodak Company

Have a peaceful, joyous day.



Notas:

 

[1] Pedro Ángeles Jiménez, ¿Cómo transmitimos los valores de nuestro patrimonio cultural?, consultado en septiembre de 2008.

[2] Para profundizar sobre algunos aspectos aquí presentados, se recomienda leer el artículo: Panorama de la digirtalización de bienes culturales en México, documento de trabajo presentado por Pedro Ángeles, Ramón Aureliano, Jacob Bañuelos, Idalia García, Paulina Michel y Margarita Morfín en el marco del “Foro Digitalización y Patrimonio”, Ciudad de México, 16 y 17 de noviembre de 2005 . Consultado: septiembre de 2008. Muchas de las ideas bordadas en el documento que ahora se presenta se deben a charlas con la Dra. Idalia García y el Mtro. Ramón Aureliano. El escribirlas aquí, es circunstancial, porque muchas las formulamos juntos.

[3] Véase como ejemplo alguna página de la hemeroteca científica en línea Redalyc, consultada, septiembre de 2008.

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En línea

Pedro Ángeles Jiménez

 

El texto que aquí se publica fue leído el 5 de julio de 2007, con ocasión de la presentación en línea de la Colección Julio Michaud, ello en el marco del proyecto conjunto entre el Instituto de Investigaciones Estéticas y el Instituto de Investigaciones Dr. José María Luis Mora que en lo general se denomina Proyecto Pescador.

 

Primero y antes que nada, debo agradecer muy cumplidamente a la mesa y al amable público que nos acompaña en esta ocasión, pues comprendemos que estamos en tiempos casi aciagos, en vísperas de las ansiadas vacaciones universitarias de verano. Pero la convocatoria a esta cita lo merece, pues se trata de mostrar a ustedes una primicia entre los diferentes esfuerzo que realiza el Archivo Fotográfico Manuel Toussaint del Instituto de Investigaciones Estéticas de la UNAM, y otra etapa más en el marco del amplio proyecto Preservación de imágenes y sistemas de información, acceso e investigación, del Instituto de Investigaciones Dr. José María Luis Mora, al que hemos denominado con el título general de Fotógrafos y editores franceses en México. Siglo XIX, y que hoy se ejemplifica a partir de la colección de albúminas Julio Michaud en línea.

Desde esta perspectiva, permítanme trazar sólo algunas palabras, que rindan apretada reseña cómo esto fue posible.

A mediados de 2006, prácticamente a un año de distancia, reestablecimos contacto con Fernando Aguayo y Andrew Green del Instituto Mora. Quién propició ese encuentro fue Renato González Mello y sus compartidas inquietudes en torno a la tecnología, y a las reuniones preliminares entre ellos, pronto se sumó nuestro Archivo Fotográfico, con la perspectiva de conocer más de cerca los avances y propuestas del proyecto del Instituto Mora, así como definir la manera en que podíamos participar.

Aquí ocurrió la convergencia que delimitó la selección de las posibles colecciones a considerarse dentro del plan de trabajo, considerándose que, de entre ellas, la colección Julio Michaud ofrecía el mejor potencial. Es un universo pequeño, de apenas 81 imágenes, pionera en más de un sentido porque al lado de ser la serie fotográfica más antigua con que cuenta el Archivo, también fue la primera propuesta de nuestro Proyecto de digitalización, delimitándose, a partir de esa experiencia, algunos de los modelos de trabajo que desde el año 2000, implementamos a partir de esa práctica.

Pero otro factor indudable es el de su potencial de investigación, manifiesto en cuestiones como la autoría de las albúminas, su datación o el papel que jugó Julio Michaud en la formación de esta serie fotográfica. Además, y aunque ciertamente es una colección pequeña, su producción material mantiene vínculos que intrincan con series fotográficas de otros repositorios, lo que en definitiva resulta estratégico a la hora de considerar posibles enlaces, que en el futuro próximo, alienten la conformación de visiones compartidas.

Pero primero, tuvimos que realizar lo que denomino, un proceso de nivelación con el proyecto del Instituto Mora. Proceso en el que la propuesta archivonómica, de investigación y apartado en tecnología, fueron reconociéndose gradualmente.

Así desfilaron ante nosotros cuestiones como la necesidad de comprender los alcances de trabajar con normas internacionales como la ISAD G. Situación que a seguidas, condujo a meditar cómo nuestra tradición local de catalogación, debería o podría ajustarse al trabajo por niveles, y que a costa de sus esfuerzos correspondientes, hicieron inteligibles a la terminología de las siete áreas que propone la norma.

Desde su perspectiva integral, se discutieron avances en la determinación de cuestiones como la precisa manera de consignar las medidas de las imágenes, o cuestiones que siguen abiertas, como la manera de consignar el estado de conservación de las piezas o la forma de instrumentar vocabularios controlados para su aplicación en sus descripciones.

También hubo aspectos que adelantaron el reconocimiento de la colección, habilitando la posibilidad de precisar autores y fechas, imágenes, libros y relacionados.

También desfilaron los diversos conceptos derivados de la web semántica, con todo y sus ontologías, capas lógicas e interminables líneas de programación, que desde la parte tecnológica, sustentan la funcionalidad de lo que se pone en línea, o apasionantes intercambios que versaron sobre los problemas de derechos de autor, hasta otros que se proyectan sobre posicionamientos institucionales y construcción de políticas que hagan viable la ingente tarea de utilizar a la red para hacer tangible nuestro patrimonio fotográfico, no sólo el de el Archivo Manuel Toussaint, sino el de todos.

Desde el terreno propuesto por el open access, se deriva una cuestión de la mayor relevancia. Ésta puede resumirse muy bien a partir de divisa que  usa la hemeroteca Redalyc, impulsada por la Universidad Autónoma del Estado de México y que versa: La Ciencia que no se ve no existe. Esta máxima cobra profundidades insospechadas cuando instituciones como la Universidad Complutense de Madrid, definen poner a disposición del que lo quiera, toda su producción de revistas científicas a full text en línea. Y que decir de otras páginas ya emblemáticas, como Gallica, que depende de la Biblioteca Nacional de Francia, o American memory, de la Biblioteca del Congreso de los Estados Unidos, donde por cierto recientemente localice una digitalización que da cuenta de un manuscrito original cuya consulta no pude hacer antes, donde se asentaron los testimonios del proceso inquisitorial contra el pintor flamenco del siglo XVI, Simón Pereyns.

Como es mi caso, muchos de los aquí presentes ya se habrán maravillado con lo que se encuentra en la red y creeran en definitiva, que es una herramienta indispensable en la práctica de su experiencia profesional. Otros, aburridos de la paja que también abunda, acaso la ignoran, pero quisiera conducirlos a meditar sobre este punto, que prosaicamente se resumiría en lo bonito que es recibir sin retribuir.

Por eso hay algo de verdad que en este proyecto, subyace el mismo empeño que alienta la producción de páginas tan impresionantes y modélicas como las anteriormente citadas, y acaso también la problemática de la visibilidad institucional o aún la añoranza de contribuir con un granito de arena a la construcción de la sociedad del conocimiento, pero a la fecha… es una prerrogativa el que nosotros, el Instituto de Investigaciones Estéticas o cualquier otra institución depositaria de bienes patrimoniales, ponga o no, sus colecciones en línea.

También es cierto, como lo mencionamos en nuestro Coloquio del Seminario de Conservación del Patrimonio, celebrado en la ciudad de Oaxaca el año de 2006, que en la lógica que existe al ser instituciones públicas, trabajando fondos públicos, con dinero público, el acceso a la información de fondos con valor patrimonial representados en nuestros catálogos o bancos de información, debía de ser algo más que una prerrogativa, para convertirse en una responsabilidad, una que permita, como lo hace cualquier otro bien tangible o intangible de nuestro patrimonio, socializar lo que custodiamos, extendiendo el disfrute y el beneficio de su conocimiento.

Creo que aquí reside uno de los tantos valores que he descubierto en este esfuerzo conjunto, el de instrumentar, frente a los problemas derivados de la convergencia digital, soluciones con responsabilidad, aunque estas, afortunadamente, no se agoten con la puesta en línea de nuestras primeras 81 queridas imágenes.

El 17 de mayo de 2007 recibí de Julio Romo Michaud un correo electrónico que quiero compartir con ustedes: le comentaba que me parecía muy bien que en sus afanes por saber algo más sobre la tradición de su nombre, finalmente hubiera llegado a conocer a Fernando Aguayo y al grupo de trabajo del Instituto Mora. En su respuesta, escribió:

 

Estimado Pedro

Si en los últimos meses hemos estado viéndonos porque yo quería poner mi granito de arena.  Ojala que esta sea una plataforma tecnológica que permita la mayor difusión de toda nuestra historia.

Todavía recuerdo nuestra larga charla y coincido totalmente contigo. La educación es el verdadero igualador universal entre las personas. Y es además el motor para la resolución de los problemas sociales y económicos del mundo.

Gracias por su generosidad

Saludos

Julio.

 

La generosidad es de todas partes, la comprensión de la responsabilidad que implica gestionar patrimonio es el reto, y las gracias para quienes han hecho esto posible, son infinitas. Entre ellas, crisoles que hacen de las potencialidades intangibles realidades virtuales, no quiero dejar de mencionar aquí, a la Dra. María Teresa Uriarte Castañeda y al Lic. Jorge Jiménez Rentaría, porque en su momento apoyaron y supieron abrir los primeros canales de este trabajo, que ahora fértilmente se continúan gracias a la visión y empeño del Dr. Arturo Pascual Soto, la Dra. Maria Elena Ruíz Gallut y el Arqueólogo Jesús Torres Peralta. Gracias también a sus contrapartes del Instituto Dr. José María Luis Mora, el Dr. Luis Antonio Jáuregui Frías y a la Dra. Regina Hernández Franyutti, que conoce tan bien nuestra querida fototeca. Caben en estas líneas todos los compañeros del Instituto de Investigaciones Estéticas y del Archivo Fotográfico Manuel Toussaint que tienen su parte en este proyecto, muy especialmente Cecilia Gutiérrez, responsable de la colección Julio Michaud, y para dejar la palabra a quienes continúan, vale este agradecimiento a todos los que participan en el proyecto Preservación de imágenes y sistemas de información, acceso e investigación, quienes al invitarnos a participar, nos permitieron abrir juntos esa puerta llena de trabajo a futuro, y que al cruzar el dintel de este vano iremos reconociendo en compañía de nuestros siguientes comentaristas.

 

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