En línea

Pedro Ángeles Jiménez

 

El texto que aquí se publica fue leído el 5 de julio de 2007, con ocasión de la presentación en línea de la Colección Julio Michaud, ello en el marco del proyecto conjunto entre el Instituto de Investigaciones Estéticas y el Instituto de Investigaciones Dr. José María Luis Mora que en lo general se denomina Proyecto Pescador.

 

Primero y antes que nada, debo agradecer muy cumplidamente a la mesa y al amable público que nos acompaña en esta ocasión, pues comprendemos que estamos en tiempos casi aciagos, en vísperas de las ansiadas vacaciones universitarias de verano. Pero la convocatoria a esta cita lo merece, pues se trata de mostrar a ustedes una primicia entre los diferentes esfuerzo que realiza el Archivo Fotográfico Manuel Toussaint del Instituto de Investigaciones Estéticas de la UNAM, y otra etapa más en el marco del amplio proyecto Preservación de imágenes y sistemas de información, acceso e investigación, del Instituto de Investigaciones Dr. José María Luis Mora, al que hemos denominado con el título general de Fotógrafos y editores franceses en México. Siglo XIX, y que hoy se ejemplifica a partir de la colección de albúminas Julio Michaud en línea.

Desde esta perspectiva, permítanme trazar sólo algunas palabras, que rindan apretada reseña cómo esto fue posible.

A mediados de 2006, prácticamente a un año de distancia, reestablecimos contacto con Fernando Aguayo y Andrew Green del Instituto Mora. Quién propició ese encuentro fue Renato González Mello y sus compartidas inquietudes en torno a la tecnología, y a las reuniones preliminares entre ellos, pronto se sumó nuestro Archivo Fotográfico, con la perspectiva de conocer más de cerca los avances y propuestas del proyecto del Instituto Mora, así como definir la manera en que podíamos participar.

Aquí ocurrió la convergencia que delimitó la selección de las posibles colecciones a considerarse dentro del plan de trabajo, considerándose que, de entre ellas, la colección Julio Michaud ofrecía el mejor potencial. Es un universo pequeño, de apenas 81 imágenes, pionera en más de un sentido porque al lado de ser la serie fotográfica más antigua con que cuenta el Archivo, también fue la primera propuesta de nuestro Proyecto de digitalización, delimitándose, a partir de esa experiencia, algunos de los modelos de trabajo que desde el año 2000, implementamos a partir de esa práctica.

Pero otro factor indudable es el de su potencial de investigación, manifiesto en cuestiones como la autoría de las albúminas, su datación o el papel que jugó Julio Michaud en la formación de esta serie fotográfica. Además, y aunque ciertamente es una colección pequeña, su producción material mantiene vínculos que intrincan con series fotográficas de otros repositorios, lo que en definitiva resulta estratégico a la hora de considerar posibles enlaces, que en el futuro próximo, alienten la conformación de visiones compartidas.

Pero primero, tuvimos que realizar lo que denomino, un proceso de nivelación con el proyecto del Instituto Mora. Proceso en el que la propuesta archivonómica, de investigación y apartado en tecnología, fueron reconociéndose gradualmente.

Así desfilaron ante nosotros cuestiones como la necesidad de comprender los alcances de trabajar con normas internacionales como la ISAD G. Situación que a seguidas, condujo a meditar cómo nuestra tradición local de catalogación, debería o podría ajustarse al trabajo por niveles, y que a costa de sus esfuerzos correspondientes, hicieron inteligibles a la terminología de las siete áreas que propone la norma.

Desde su perspectiva integral, se discutieron avances en la determinación de cuestiones como la precisa manera de consignar las medidas de las imágenes, o cuestiones que siguen abiertas, como la manera de consignar el estado de conservación de las piezas o la forma de instrumentar vocabularios controlados para su aplicación en sus descripciones.

También hubo aspectos que adelantaron el reconocimiento de la colección, habilitando la posibilidad de precisar autores y fechas, imágenes, libros y relacionados.

También desfilaron los diversos conceptos derivados de la web semántica, con todo y sus ontologías, capas lógicas e interminables líneas de programación, que desde la parte tecnológica, sustentan la funcionalidad de lo que se pone en línea, o apasionantes intercambios que versaron sobre los problemas de derechos de autor, hasta otros que se proyectan sobre posicionamientos institucionales y construcción de políticas que hagan viable la ingente tarea de utilizar a la red para hacer tangible nuestro patrimonio fotográfico, no sólo el de el Archivo Manuel Toussaint, sino el de todos.

Desde el terreno propuesto por el open access, se deriva una cuestión de la mayor relevancia. Ésta puede resumirse muy bien a partir de divisa que  usa la hemeroteca Redalyc, impulsada por la Universidad Autónoma del Estado de México y que versa: La Ciencia que no se ve no existe. Esta máxima cobra profundidades insospechadas cuando instituciones como la Universidad Complutense de Madrid, definen poner a disposición del que lo quiera, toda su producción de revistas científicas a full text en línea. Y que decir de otras páginas ya emblemáticas, como Gallica, que depende de la Biblioteca Nacional de Francia, o American memory, de la Biblioteca del Congreso de los Estados Unidos, donde por cierto recientemente localice una digitalización que da cuenta de un manuscrito original cuya consulta no pude hacer antes, donde se asentaron los testimonios del proceso inquisitorial contra el pintor flamenco del siglo XVI, Simón Pereyns.

Como es mi caso, muchos de los aquí presentes ya se habrán maravillado con lo que se encuentra en la red y creeran en definitiva, que es una herramienta indispensable en la práctica de su experiencia profesional. Otros, aburridos de la paja que también abunda, acaso la ignoran, pero quisiera conducirlos a meditar sobre este punto, que prosaicamente se resumiría en lo bonito que es recibir sin retribuir.

Por eso hay algo de verdad que en este proyecto, subyace el mismo empeño que alienta la producción de páginas tan impresionantes y modélicas como las anteriormente citadas, y acaso también la problemática de la visibilidad institucional o aún la añoranza de contribuir con un granito de arena a la construcción de la sociedad del conocimiento, pero a la fecha… es una prerrogativa el que nosotros, el Instituto de Investigaciones Estéticas o cualquier otra institución depositaria de bienes patrimoniales, ponga o no, sus colecciones en línea.

También es cierto, como lo mencionamos en nuestro Coloquio del Seminario de Conservación del Patrimonio, celebrado en la ciudad de Oaxaca el año de 2006, que en la lógica que existe al ser instituciones públicas, trabajando fondos públicos, con dinero público, el acceso a la información de fondos con valor patrimonial representados en nuestros catálogos o bancos de información, debía de ser algo más que una prerrogativa, para convertirse en una responsabilidad, una que permita, como lo hace cualquier otro bien tangible o intangible de nuestro patrimonio, socializar lo que custodiamos, extendiendo el disfrute y el beneficio de su conocimiento.

Creo que aquí reside uno de los tantos valores que he descubierto en este esfuerzo conjunto, el de instrumentar, frente a los problemas derivados de la convergencia digital, soluciones con responsabilidad, aunque estas, afortunadamente, no se agoten con la puesta en línea de nuestras primeras 81 queridas imágenes.

El 17 de mayo de 2007 recibí de Julio Romo Michaud un correo electrónico que quiero compartir con ustedes: le comentaba que me parecía muy bien que en sus afanes por saber algo más sobre la tradición de su nombre, finalmente hubiera llegado a conocer a Fernando Aguayo y al grupo de trabajo del Instituto Mora. En su respuesta, escribió:

 

Estimado Pedro

Si en los últimos meses hemos estado viéndonos porque yo quería poner mi granito de arena.  Ojala que esta sea una plataforma tecnológica que permita la mayor difusión de toda nuestra historia.

Todavía recuerdo nuestra larga charla y coincido totalmente contigo. La educación es el verdadero igualador universal entre las personas. Y es además el motor para la resolución de los problemas sociales y económicos del mundo.

Gracias por su generosidad

Saludos

Julio.

 

La generosidad es de todas partes, la comprensión de la responsabilidad que implica gestionar patrimonio es el reto, y las gracias para quienes han hecho esto posible, son infinitas. Entre ellas, crisoles que hacen de las potencialidades intangibles realidades virtuales, no quiero dejar de mencionar aquí, a la Dra. María Teresa Uriarte Castañeda y al Lic. Jorge Jiménez Rentaría, porque en su momento apoyaron y supieron abrir los primeros canales de este trabajo, que ahora fértilmente se continúan gracias a la visión y empeño del Dr. Arturo Pascual Soto, la Dra. Maria Elena Ruíz Gallut y el Arqueólogo Jesús Torres Peralta. Gracias también a sus contrapartes del Instituto Dr. José María Luis Mora, el Dr. Luis Antonio Jáuregui Frías y a la Dra. Regina Hernández Franyutti, que conoce tan bien nuestra querida fototeca. Caben en estas líneas todos los compañeros del Instituto de Investigaciones Estéticas y del Archivo Fotográfico Manuel Toussaint que tienen su parte en este proyecto, muy especialmente Cecilia Gutiérrez, responsable de la colección Julio Michaud, y para dejar la palabra a quienes continúan, vale este agradecimiento a todos los que participan en el proyecto Preservación de imágenes y sistemas de información, acceso e investigación, quienes al invitarnos a participar, nos permitieron abrir juntos esa puerta llena de trabajo a futuro, y que al cruzar el dintel de este vano iremos reconociendo en compañía de nuestros siguientes comentaristas.

 

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