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CENTROAMÉRICA
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  • INTRODUCCIÓN
  • SITIOS

El arte rupestre centroamericano ha sido reportado en distintas publicaciones, por lo menos desde el siglo XIX, sin embargo aún son pocos los registros y análisis sistemáticos realizados hasta la actualidad (Squier 1972 [1852]: 320, 355-356, Barberena 1889). La mayoría de los estudios sobre arte rupestre en Centroamérica se han centrado en la descripción de las generalidades de los sitios, son pocos los que muestran una documentación y análisis exhaustivos (Künne y Strecker 2003: 9, 17). La falta de contextos arqueológicos asociados y la escasez de propuestas interpretativas son otros rasgos que caracterizan a la investigación sobre arte rupestre en el istmo centroamericano.

La adscripción cultural o temporal de la mayoría de sitios con arte rupestre no se ha podido establecer, salvo algunas excepciones que tienen relación con ciertas tradiciones artísticas o culturales mesoamericanas. Entre estos casos se encuentran los relieves olmecas de la Piedra de Las Victorias, en el occidente del El Salvador, y la pintura del mismo estilo conocida como El Diablo Rojo de Amatitlán, en Guatemala; pinturas en un estilo maya clásico en la Gruta de Naj Tunich, en el Petén, y la Cueva del Venado, en Jutiapa, Guatemala; y pinturas con influencias centro-mexicanas en laguna de Ayarza, también en Guatemala, y tal vez en la Cueva del Ermitaño, en El Salvador (Bernal 1968: 236; Stone 1995; Stone y Ericastilla 1999: 683 y 685; Navarrete 1996: 322). En la parte sur del istmo centroamericano predominan los petroglifos geométricos o abstractos sobre rocas exentas, no obstante es necesaria la documentación de un mayor número de sitios para considerar este patrón como una generalidad (Stone y Künne 2003: 197). En Guanacaste algunos sitios han sido ubicados tentativamente en los periodos Tempisque y Bagaces (500 a. C. - 800 d. C.) por la similitud que guardan sus iconografías con las presentes en la cerámica; cabe mencionar que durante estos periodos se dio un proceso de desarrollo y consolidación de sociedades agrícolas jerarquizadas (jefaturas) en esta región (Herrera y Ballereau 2010: 313, 327-329).

EL ARTE RUPESTRE

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